Muerte de un viajante

Muerte de un viajante

En pocas palabras

Ambición. Una de esas cosas que pueden salvarte o arruinarte la vida.

Por un lado, la ambición puede animarnos a salir de la cama por la mañana y perseguir nuestros sueños. Sin embargo, también puede impedir que reconozcamos nuestros propios límites, y causarnos delirios de grandeza relacionados con logros imaginarios.

La ambición se convierte en la némesis de Willy Loman, tal y como lo es Darth Vader de Luke Skywalker, Voldemort de Harry Potter, o Cruella de Pongo.

Muerte de un viajante es una tragedia sobre las diferencias entre los sueños de la familia Loman y su vida real. La obra es una crítica mordaz al sueño Americano y la sociedad americana competitiva y materialista de finales de la década de 1940. El protagonista de la obra es Willy Loman, un hombre corriente que intenta ocultar su mediocridad y sus fracasos con la ayuda de alucinaciones cada vez más delirantes, al tiempo que lucha por alcanzar el éxito.

La idea de la obra se manifestó, en primer lugar, en la forma de un relato corto que el autor, Arthur Miller, decidió abandonar al principio. Sin embargo, un tío suyo que era vendedor, le hizo recuperar el interés. Cuando la obra se estrenó en Broadway, fue un auténtico éxito, tanto, que le valió a su autor el premio Pulitzer en 1949. A estas Alturas de su carrera, Arthur Miller ya había demostrado sus habilidades con su afamada obra Todos eran mis hijos. No obstante, con Muerte de un viajante, su reconocimiento alcanzó un nuevo nivel.

Muerte de un viajante sigue estando considerada como una de las mejores obras teatrales americanas de la historia. Suele estar en los primeros puestos de la clasificación junto a clásicos como Largo viaje hacia la noche, de Eugene O'Neill; Nuestro pueblo, de Thornton Wilder; y La gata sobre el tejado de zinc, de Tennessee Williams.

Al igual que ocurre con todos los clásicos, la temática de Muerte de un viajante sigue vigente hoy en día. Puede que su dura crítica al capitalismo Americano no resulte tan impactante como en el momento de su estreno, pero tenemos la sensación de que cualquier espectador de hoy en día entiende las insinuaciones de Miller, independientemente de que esté o no de acuerdo con él.

¿Y a mí qué?

Piensa en Michael Scott, el protagonista de The Office. ¿No sabes a quién nos referimos? Mira esto. ¿Ahora sí? Perfecto, porque Willy Loman es exactamente igual. Tiene alucinaciones, piensa que todo el mundo lo adora, y es deprimente en el sentido de que, de alguna forma, manifiesta el miedo de las personas a la obsesión del éxito material.

Después de la llamativa referencia a la cultura pop, centrémonos en una visión más general. A menudo se considera Muerte de un viajante como un ataque al sueño Americano. ¿Te suena de algo? En 2004, una serie de encuestas revelaron que un tercio de los americanos no estaba viviendo el sueño americano, y la mitad de ellos aseguraba que en su caso era algo inalcanzable.

Pero, ¿qué significa realmente el sueño americano? Para Willy Loman era la popularidad y la apariencia. Para muchos de nosotros, es un televisor de pantalla plana y un BMW. Lo que deberíamos preguntarnos es qué es lo que estamos dispuestos a sacrificar con el fin de alcanzar este reluciente sueño. El "éxito" empieza siendo un término relativo. Solo eres exitoso si lo eres más que otra gente que conozcas; tu auto solo es una maravilla si es mejor que el del vecino.

Dicho esto, trata de leer Muerte de un viajante con esto en mente: si el sueño americano no se cumple, o si llega a un punto en el que el éxito ya no es sinónimo de felicidad, ¿de qué te sirve? O, si sabes algo de rock indie, piensa en la siguiente canción de Metric: "Compra este auto para ir al trabajo; ve al trabajo para pagar este auto".

Frase Clave

CHARLEY: Nadie se atreva a culpar a este hombre. No lo entienden: Willy... fue un vendedor. Y para un vendedor no se puede tocar fondo en la vida. No colocó una tuerca a un tornillo, no les dijo la ley o les dio medicinas. Es un hombre afuera con su cuello azul montado en su sonrisa y sus zapatos boleados. Y cuando empiezan a dejar de sonreír – eso es un terremoto. Y luego tienes algunas manchas en el sombrero y estás acabado. Nadie se atreva a culpar a este hombre. Un vendedor tiene que soñar, es parte del territorio.