Rebelión en la granja

Rebelión en la granja

En pocas palabras

Háganse a un lado, Babe y Wilbur: llegó otro cerdo que habla.

De hecho, en esta historia hay un montón de cerdos que hablan. Y para el caso también hablan los caballos y los pajaritos y las vacas. Pero la obra Rebelión en la granja, de George Orwell, no es ni por asomo una comedia sobre un puerquito que quiere ser perro pastor, ni un cuento infantil un tanto triste sobre el amor entre distintas especies: es una sátira ultra sarcástica de gobiernos tiranos y un oscuro llamado de atención sobre los peligros que representaba el comunismo ruso.

Hoy en día, la novela es un clásico. (Es más: tenemos la leve sospecha de que ustedes llegaron a esta página porque se la mandaron a leer en la escuela…). Pero cuando Orwell escribió el libro allá por 1943–44, no encontraba ninguna editorial dispuesta a publicarlo. De hecho, no logró que nadie se lo aceptara sino hasta 1945, y aún luego de salir a la venta, el libro no les fascinó a los lectores.

Lo que pasa es que Rebelión en la granja deja muy mal parada a la Unión Soviética, especialmente al líder Iósif Stalin, pero hete aquí que ésta era aliada de Gran Bretaña en la lucha contra los nazis alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien no estaba prohibido criticar a Stalin en la prensa británica durante la guerra, tampoco es que se fomentaba tal crítica. Stalin habrá sido malo, pero Hitler era peor. Tras la negativa de la editorial Faber & Faber a publicar la obra, uno de los editores señaló que no era para nada agradable representar a Stalin como "un cerdo".

Pero Orwell no era ningún anticomunista descerebrado. De hecho era socialista, término simple que describe una compleja serie de diversas creencias. Digamos que los socialistas creen que los medios de producción (como las fábricas o las empresas) deben estar controlados por los trabajadores para el bien de todos, en vez de por un subgrupo pequeñísimo de propietarios para su propio beneficio. Dicho de otro modo, la idea es que Wal-Mart debería pertenecer a los empleados de Wal-Mart y no a la familia Walton. (¿Les parece un delirio? Hoy en día existen cooperativas y empresas cuyos dueños son los empleados que funcionan exactamente de esta forma).

Como el comunismo es una forma extrema de socialismo, Orwell llegó a combatir a favor de los comunistas en la guerra civil española, durante la década de 1930. Luchaban contra el líder español Francisco Franco y sus seguidores fascistas, quienes creían en una fuerte identidad nacional de índole militar que se debía unificar bajo el mando de un líder autoritario. Imagínense el mundo de los magos dirigido por Voldemort o Mordor bajo el mando de Sauron. Pero Orwell no tardó en darse cuenta de que los comunistas con quienes luchaba codo a codo podían ser tan totalitarios y opresivos como los fascistas.

Más aún, su lucha en España le hizo caer en la cuenta de "la facilidad con la cual la propaganda totalitaria logra controlarle la opinión a gente inteligente en los países democráticos" (fuente). De allí la importancia de Rebelión en la granja: el texto muestra la versión estalinista del comunismo como el extremo opuesto de los valores socialistas; es decir, un régimen cruel, opresivo y desigual. Igual tampoco es que el autor pensara que los líderes occidentales eran mucho mejores que los comunistas: los humanos crueles y borrachos de la novela representan a los dirigentes occidentales, y los animales tienen más temor de que los humanos vuelvan al poder de lo que temen a los cerdos estalinistas.

En definitiva, Orwell no deja títere con cabeza: satiriza todo tipo de tiranía política. Así de generoso es el autor.

Ya. Pero, ¿qué tiene con los animales? ¿Por qué no escribió un ensayo y listo? (Después de todo, Orwell también tenía labia para eso de los ensayos). ¿O tal vez una novela con gente de veritas, como la sátira política Mil novescientos ochenta y cuatro, que publicó en 1949?

Pues, ¡qué va! Si vamos a escuchar una lección sobre las maldades de la tiranía política, ¿no es más divertido que la dé un caballo que habla?

¿Y a mí qué?

¿Alguna vez se miraron al espejo y pensaron: "Algún día voy a ser el presidente de mi país"? ¿O (bajémosle tantito) se postularon para presidentes de su centro de estudiantes prometiendo más feriados y meriendas gratis para todos los alumnos?

De regalo por participar en las elecciones, les enviaremos nuestros ejemplares rotosos y amarillentos de Rebelión en la granja. A través de unos animalitos de campo, este libro ofrece (casi en forma de lista y en menos de 200 páginas) más de 200 años de conocimientos sobre liderazgo y poder, destilando todos los errores que cometieron los grandes (y los no tan grandes) líderes a lo largo de la historia. ¿El peor de todos? Dejar que el poder se les suba a la cabeza y guardarse todas las meriendas para ellos solitos.

En serio, Futuros Presidentes. Pónganse a leer el libro ya mismo.

Frase Clave

[Ovejas:] "¡Cuatro patas bien, dos patas mejor! ¡Cuatro patas bien, dos patas mejor! ¡Cuatro patas bien, dos patas mejor!" (10.14)