El gran Gatsby

El gran Gatsby

En pocas palabras

Vamos a jugar a un juego. Se llama "asociación libre". Si te decimos "los años felices de Estados Unidos", ¿qué es lo primero que se te viene a la mente? Prepara lápiz y papel; te esperamos.

¿Listo? Veamos tu lista, a ver si pusiste algo de esto:

  • Chicas "flapper" estilo Betty Boop, bailando jazz. Sí, sí, las chicas "flapper" no pueden faltar.
  • Ese corte de pelo que usaban las mujeres bien arriba de los hombros, o sea, onda Betty Boop.
  • "Bootleggers": contrabandistas de alcohol durante la época de la ley seca
  • El Renacimiento de Harlem
  • Autos chéveres
  • Partyseros/fiestotas
  • Esas boquillas largas y estrellas de cine viejas
  • Boardwalk Empire

Si al mirar la listita pensaste "¡Genial!", vas por buen camino. Publicada en 1925, El Gran Gatsby está ambientada en la Ciudad de Nueva York y en Long Island durante el periodo de la ley seca o prohibición (recordemos que la ley seca era una ley que prohibía el consumo de alcohol, tuvieras la edad que tuvieras. Pucha). ¿Chicas "flapper"? El Gran Gatsby las tiene. ¿Fiestas? ¿Te cabe alguna duda? ¿Autos chéveres? Totalmente. Pero volveremos a ese tema en unos minutos.

El tema es que Don Scott Fitzgerald no veía la era del jazz como una época de pachanga y atuendos brillantes. El autor asociaba todo ese periodo con el materialismo ("¡Quiero cosas! ¡Muchas cosas!"). Para muchos de los nuevos ricos que vivieron en la posguerra de la Primera Guerra Mundial, el materialismo y la inmoralidad eran el quid de la cuestión. La estrella de la novela es Jay Gatsby, un jovencito rico que se enamora de una chica de la alta sociedad de su pasado. Una muchacha que, casualmente, está casada con otro.

¿Acaso se vislumbra un triángulo amoroso al mejor estilo El Crepúsculo?

Pero éste no es el único motivo por el cual El Gatsby pareciera ser tan actual incluso hoy en día. En inglés, hasta el título de la novela se volvió una suerte de expresión que describe los periodos de exceso y lujo artificial. La crisis económica de 2008 trajo viejos e indeseables recuerdos de la caída de la bolsa en 1929 y presagió el boom de finales de la década de 1990 y principios de 2000 como la versión moderna de los años locos.

Sin embargo, en ambos casos sucedió que un boom insostenible llevó a crisis económicas devastadoras que dejaron profundas secuelas culturales. En los años 20, fue una burbuja en la bolsa de valores lo que trajo una prosperidad fácil, mientras que en nuestra época la burbuja estaba en el mercado inmobiliario. En las dos épocas, la plata fácil implicó que muchos empezaran a soñar con vivir como Jay Gatsby, como si la vida fuera simplemente una enorme fiesta vestida de traje de sirsaca. Pero a medida que esa visión de lujo se desmoronaba (tanto en 1929 como en 2008), la novedad de los tiempos difíciles obligaba a redefinir el sueño americano.

Y si bien El Gran Gatsby es una obra de ficción, la vida real de Fitzgerald presenta unas similitudes bastante sospechosas con la novela (gulp). El extravagante estilo de vida de Gatsby cautiva al narrador, Nick Carraway, casi tanto como le desagrada, al igual que lo que Fitzgerald expresaba acerca de los excesos de la "era del jazz" que él mismo adoptó. Como hombre de clase media proveniente del Oeste Medio de Estados Unidos que era y graduado de una universidad de la Liga Ivy, Fitzgerald (al igual que Nick) veía más allá del materialismo superfluo de la era. Pero a pesar de ello, al volver de la Primera Guerra Mundial se enamoró (al igual que Gatsby) de una muchachita sureña de la alta sociedad: Zelda Sayre.

El Gran Gatsby se encuentra inmersa en la aceptación y al mismo tiempo el desdeño que Fitzgerald sentía por el lujo de los años 20. Dado que el mismísimo autor participó de la suntuosa y decadente vida de la era del jazz, no resulta sorprendente que los detalles del espacio y los personajes de la novela hagan de El Gran Gatsby una suerte de cápsula de la década. La obra se lee en todo el mundo mayormente porque se trata de una novela y lección de historia enrollada en una deliciosa masa de intriga.

Mmmmm…intriga.

¿Y a mí qué?

El Gran Gatsby es una deliciosa mezcla de Las amas de casa reales, un cóctel eterno tras una entrega de premios Óscar y la serie televisiva de HBO Los Soprano. Batir bien con hielo, agregar un girito de jazz, rociar con un poco de adulterio, decorar con un paragüitas rosa… Y estará lista esta rica bebida de after office que, dado el momento en el que transcurre la historia (los años 20), no se puede beber.

Lo que Gatsby y todos estos programas televisivos tienen en común es la noción del sueño americano. El sueño ha tenido siempre sus altibajos; sin embargo, desde la inmigración (un concepto para nada moderno…) hasta la depresión, el sueño americano siempre significó lo mismo: plata, plata, plata.

Pero así y todo, Gatsby nos recuerda que la plata sola no siempre alcanza. Tal como nos enseñó Audrey Hepburn en Mi bella dama, aunque la mona se vista de seda, mona queda. En especial si contrabandeas alcohol para juntar plata para comprarte la seda. Aunque tengan los billetes, los nuevos millonarios les siguen golpeando la puerta de aceptación a los de la elite para que los dejen entrar. Si el concepto de nuevo rico quedó a mitad de camino, las barreras para subir de escalafón social (educación, familia) sí que no se han movido ni siquiera un centímetro.

Y así es la cosa. El cóctel de El Gran Gatsby es más que sexo, mentiras y crimen organizado. Pero esas cosillas también están en la novela, lo cual, en lo que a su lectura respecta, nos es motivación suficiente para leerla.

Frase Clave

Gatsby: "Su voz está llena de dinero." (de Daisy)

Gatsby: "Es posible que lo hubiese amado por un tiempo corto, cuando estaban recién casados; y que me amara a mí aún más. ¿Ves?"