La bestia y el señor de las moscas

La bestia y el señor de las moscas

En El señor de las moscas, la bestia comienza siendo un producto de la imaginación de los niños. Los más pequeños se asustan por cosas que ven en la noche; en vez de asustarse ciegamente por Lo Desconocido, le dan nombre y forma en sus mentes. No puedes derrotar a la “nada”, pero sí puedes cazar y matar a “algo”.

La siguiente evolución del mito de la bestia es el hombre muerto del paracaídas. No es coincidencia que los niños puedan medio ver en la oscuridad, un objeto DESCONOCIDO e inmediatamente decir que esa es la bestia; no nos sorprendería si se aliviaran si al final ven lo que es. Es el mismo principio que usan los maestros de las películas de terror; no te muestran lo que aterra, para que puedas imaginarte algo peor a lo que puedas ver. Claro, es interesante que Golding elija un hombre para recrear el horror, y no sólo un hombre, sino un soldado que viene de la guerra. Y no sólo eso, el hombre cae del paracaídas en respuesta a Piggy cuando éste pide una “señal” del mundo adulto. Es irónico que lo mejor con lo que pueden responder los adultos sea con un hombre muerto a causa de su propia violencia, y esto nos da pistas acerca de la alegoría y el final de la novela.

Aquí es cuando comenzamos a tener una noción verdadera de la bestia, ya que Piggy dice que es sólo el miedo, y Simon, por su parte, insiste en que la bestia “somos sólo nosotros”. Este último es un comentario interesante, ya que la bestia es literalmente “sólo nosotros”: es una persona que cae del cielo. De hecho, cuando los gemelos enumeran las espantosas características de la criatura que han visto, dicen que tenía dientes y ojos. Sí, la mayoría de la gente tiene dientes y ojos, así que hay mucha razón en lo que dice Simon. Aún más interesante es el momento cuando Ralph y Jack descubren al hombre muerto y piensan que es un simio gigante. ¿Qué prueban los niños además del hecho de que el hombre no es más que un simio gigante?

Pero aunque la bestia sea en realidad un hombre, eso no es lo que Simon quiere decir cuando dice que es “sólo nosotros”. Está diciendo que la bestia en la oscuridad está adentro de cada uno de nosotros. Si eso es cierto, entonces, como sugiere después El Señor de las Moscas, es absurdo pensar que la bestia sea algo que puedas “cazar y matar”. Si está adentro de nosotros, no sólo no podemos cazarla, sino que jamás podremos verla, no podremos darle forma y no podremos matarla.

En la escena de meditación de Simon con la cabeza del cerdo, el Señor de las Moscas le dice “yo soy la bestia”. Esto hace que sus otras palabras sean literalmente ciertas; no puedes cazar y matar a la bestia, porque ya cazaron y mataron al cerdo y todavía te está hablando. Inclusive después, cuando Ralph aplasta el cráneo, sólo amplía su sonrisa, “ahora a seis pies” mientras está acostado “sonriéndole al cielo”. Esta cosa simplemente no va a morirse, y esa idea atormenta mucho a Ralph porque “[la bestia] sabe todas las respuestas y no las dirá”

Ahora, para Ralph esa es una endemoniada y silente cabeza de cerdo, dado que cuatro capítulos antes le hablaba era a Simon. Pareciera que El Señor de las Moscas le da algo de su sabiduría a Simon, pero sólo a él. Simon, entonces se lleva esa sabiduría con él al morir. ¿De qué sabiduría hablamos? Él ya sabía, al parecer, que la bestia era simplemente la oscuridad del corazón humano, pero el cerdo parlante se lo confirma, diciéndole “Yo soy parte de ti […] caliente, caliente, caliente”.