Simon

La primera vez que vemos a Simón, se está desmayando, y a partir de ahí las cosas solo van a peor: vomita, alucina y le sangra la nariz; se puede decir que es un desastre con patas, pero sería un error considerarlo débil.

El poder equivocado

Puede que sea un poco tímido, pero es compasivo. El narrador lo describe como un niño delgado y lleno de vitalidad (1.267), cuya bondad innata sale a relucir a través de sus actos. Es él quien recupera las lentes de Piggy cuando estas salen volando (tras el golpe que le propina Jack), comparte parte de su ración de carne con Piggy, y ayuda a los más chicos a recoger fruta: "Simón les consiguió la fruta que no podían alcanzar; eligió lo mejor de cada rama y lo fue entregando a las interminables manos tendidas hacia él" (3.138). Y, por supuesto, no se convierte en un salvaje primitivo que va por ahí matando seres vivos.

También es inteligente, maduro y perspicaz, hasta un punto profético. Es el único, además de Piggy, que entiende a la fiera:

"Simón, que caminaba delante de Ralph, sintió un brote de incredulidad: una fiera que arañaba con sus garras, que estaba allá sentada en la cima de la montaña, que nunca dejaba huellas y, sin embargo, no era lo bastante rápida como para atrapar a Sam y Eric. De cualquier modo que Simón imaginase a la fiera, siempre se alzaba ante su mirada interior como la imagen de un hombre, heroico y doliente a la vez" (6.140).

Simón, desde su pequeña y frondosa cueva de meditación, acaba comprendiéndolo: la isla los está cambiando. Tener miedo de la fiera, los convierte en fieras. Por si acaso queda alguna duda, vamos a explicarlo con otras palabras: lo que quiere decir es que temer a un enemigo te obliga a hacer cosas tan espantosas que uno se acaba convirtiendo en el enemigo. Con ese "uno" nos referimos a naciones y gobiernos. ¿Te suena de algo? Debería. Es el mismo tipo de argumento que utiliza alguna gente en referencia a la guerra contra el terrorismo.

Brocheta de cerdo

Sin embargo, la extraña sabiduría de Simón no lo hace inmune a los efectos de la isla. En una ocasión, alucinando y probablemente deshidratado (el dato de la lengua hinchada nos da una pista), se imagina (o eso creemos) que las cabezas cercenadas de los cerdos le hablan. Eso quiere decir que Simón es incluso más listo de lo que pensábamos, porque todas las frases de las cabezas de cerdo son en realidad suyas, como esta:

"¡Qué ilusión, pensar que la fiera era algo que se podía cazar, matar! … Tú lo sabías, ¿verdad? ¿Qué soy parte de ti? ¡Caliente, caliente, caliente! ¿Que soy la causa de que todo salga mal? ¿De que las cosas sean como son?" (8.337).

Simón es el único que se da cuenta de que la "fiera" no es más que la representación de los aspectos negativos y aterradores de la humanidad. Cuando dice: "¿Que soy la causa de que todo salga mal?", está contestando a la pregunta que Ralph plantea a Piggy varias páginas antes: "¿Por qué se ha estropeado todo?". Simón tiene todas las respuestas, pero nadie le presta atención.

Obviamente, también cabe la remota posibilidad de que las cabezas parlantes no sean una mera alucinación, sino el mismísimo Señor de las Moscas, Belcebú, el demonio encarnado, hablando con Simón a través de una cabeza cercenada. De ser verdad, Simón perdería puntos por falta de perspicacia, pero ganaría unos cuantos por su parecido con Jesús.

A su imagen y semejanza

Sí, estamos ante un personaje que hace alusión a Jesucristo. Para empezar, se llama Simón, igual que uno de los doce apóstoles. Jesús decidió que debería llamarse Pedro, ya que este viene del latín "petrus" (piedra), y Cristo quería que él fuera la "piedra" sobre la que fundar su iglesia. Si echas un vistazo a la sección "En pocas palabras", verás que El señor de las moscas es la respuesta a una obra anterior y mucho más alegre sobre unos muchachos en una isla desierta llamada La isla de coral. Golding incluso tomó prestados los nombres Ralph, Jack y Peterkin, aunque este último acabó siendo Simón.

Después está el gusto de Simón por la meditación, su amor por los animales, su actitud con los más chicos (piensa en la recolección de fruta), y su habilidad para profetizar, como cuando le dice Ralph que llegará a casa y sugiere que no será su caso.

Con eso en mente, podemos regresar a la escena de la cabeza de cerdo clavada en una pica, y compararla con la visita de Jesús al jardín de Getsemaní la noche anterior a su crucifixión. Y cuando decimos "visita", lo que realmente queremos decir es un sufrimiento mental largo y solitario, similar a lo que experimenta Simón la noche antes de morir. Este, al igual que Jesús, "sintió sed" y después "una sed enorme", y aunque el texto no lo dice, suponemos que más tarde tendrá una "sed enorme". También suda, pierde el conocimiento y sangra profusamente por la nariz.

De modo que, si la "noche anterior" de Simón es comparable con la de Jesús, ¿significa eso que Simón muere por los pecados de los demás muchachos? ¿Obtienen la salvación a través de su sacrificio? Es difícil saberlo, pero sí que parece significativo el hecho de que fuera el único conocedor de la verdadera naturaleza de la fiera, que solo él pudiera salvar al grupo de ellos mismos y de sus miedos, y que al final lo maten por tratar de difundir las buenas nuevas.

La parte trágica (más bien, la más trágica) es que Simón afirma que la fiera son solo ellos, y después acaban vinculándolo con ella, a pesar de que él es el que menos rasgos de fiera tiene. La pregunta es si, al igual que Jesús, el no parecer una bestia lo hace más o menos humano.