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Gulliver no puede encontrar de inmediato un barco que lo lleve de Balnibarbi a la isla de Luggnagg. Pero tiene suerte: entabla amistad con dos personas fortuitas (cuyos nombres ni siquiera llegamos a saber) en la ciudad portuaria de Maldonada. Se ofrecen a acompañarlo a una isla cercana para hacer turismo de calidad. Esta isla se llama Glubbdubdrib y es una especie de isla secreta.
Los Glubbdubdribianos son una raza de magos. La isla tiene un gobernador que resucita a los muertos por un periodo de 24 horas (como fantasmas, no zombis). Existe otro extraño límite a sus poderes. El gobernador puede resucitar a una persona cada tres meses, de tal modo que no puede resucitar al mismo tipo todos los días. ¿Tal vez porque sería un fastidio para el muerto tener que salir de ultratumba a cada rato? No lo sabemos.
Gulliver se hace amigo del gobernador, que a su vez ofrece resucitar a cualquier persona que haya muerto y que Gulliver quiera conocer, pero sólo si Gulliver limita a sus preguntas al periodo en el que la persona se encontraba viva. Gulliver está muy entusiasmado.
El primer día, Gulliver llama a varios héroes famosos: Alejandro Magno, quien conquistó toda Grecia y Persia (ahora conocida como Irán); Aníbal, el general de África del Norte que peleó con los antiguos romanos cruzando Los Alpes hasta llegar al norte de Italia; Julio César, el primer emperador romano y su gran rival, Pompeyo Magno; y Marcus Iunius Brutus, quien asesinó a César en un intento por impedir que la república romana se convirtiera en una monarquía hereditaria.
Aprendemos un par de cosas a partir de este primer día:
De cualquier manera, tal y como lo hemos dicho hasta ahora, el enfoque principal de la sátira en el viaje de Gulliver a Glubbdubdrib es mostrarnos dos cosas: (1) la historia miente, y (2) la gente que mata a los tiranos en nombre de la libertad es buena. Gulliver también separa un día para hablar con hombres inteligentes famosos, y este es el día en el que aprendemos dos enseñanzas más: (3) la gente que escribe críticas es en su mayoría tonta, y (4) todo, por todas partes está empeorando cada día más.
Primero, habla con dos escritores muy famosos: Homero (autor de la Odisea) y Aristóteles (un filósofo mejor conocido por escribir acerca de la ética, el libre albedrío y la retórica).
Gulliver critica a la gente que se la pasa comentando acerca de la literatura de otras personas. (¡Epa! ¡Eso es lo que hacemos aquí en Shmoop! Lo sentimos, Swift, pero lo consideramos un servicio público). Dice que ni Homero ni Aristóteles conocen a aquellos que se volvieron famosos por hablar de ellos: en el caso de Homero, Eustacio y Didimus, y en el caso de Aristóteles, Juan Duns Scoto y Ramus, también conocido como Pierre de la Ramée. Lo que Gulliver quiere decir es que uno debe volverse famoso por escribir su propia excelente literatura y modelos éticos propios y no por hablar sin parar de la literatura de otros. Bastante similar a la idea de la Gran Academia de los arbitristas, Gulliver otra vez está atacando a la introspección excesiva y a aprender por aprender. En lugar de un análisis interminable acerca de lo que otras personas han dicho, prefiere el aprendizaje útil: ciencias aplicadas y filosofía práctica, que reflexiona sobre lo que está bien y lo que está mal.
En cuanto al cuarto punto, que todo, por todas partes está empeorando día con día, Gulliver empieza con algunos pensadores famosos: Pierre Gassendi y René Descartes. Gassendi fue un filósofo material y también, como lo menciona Gulliver, seguidor del pensador griego Epicurus, que creía que todo acerca de lo que pensábamos proviene de nuestras experiencias personales directas. Por otra parte, Descartes escribió la famosa frase, "Pienso, luego existo", que quiere decir que los sentidos mienten y que de lo único que podemos estar seguros es de nuestro intelecto.
Tanto Gassendi como Descartes fueron famosos por sus disputas sobre la naturaleza de la física y la mente. Como dice Gulliver, sus pensamientos acerca del movimiento "estaban igualmente desacreditados" (3.8.2). En otras palabras, a pesar de toda su filosofía, ninguno de ellos estaba por completo en lo cierto en sus análisis. Pero cuando Gulliver dice a ambos hombres que sus ideas están un tanto pasadas de moda, cada hombre reflexiona que así es el mundo. Cada nueva era va a tener una explicación popular de cómo funciona el mundo, pero ninguna va a durar para siempre. Así pues, ambos hombres admiten que todo muere, incluso las ideas.
Lo que empieza a preocupar a Gulliver no es tanto que las ideas mueran, sino que no parece que sean reemplazadas por nada genial en particular hoy en día. Gulliver se va de la Roma antigua a las modernas casas reales de Europa. Lo que encuentra entre estas casas reales le causa repugnancia. Ve a muchos de los llamados "reyes" que son en realidad hijos de músicos ambulantes, sacerdotes, barberos (es decir, gente de clase baja). Y es incluso peor entre las familias nobles en las cuales los hombres se casan con mujeres de clase baja, mujeres por las que sienten desprecio, solamente por su dinero. En la mente de Gulliver, estos tipos de matrimonios y relaciones entre clases diferentes empiezan a deteriorar la grandeza de la aristocracia europea. La nobleza se está volviendo cada vez más tonta, más codiciosa y más grosera. ¡No sorprende el hecho de que la política inglesa sea tan corrupta!
Esto nos lleva de regreso a la primera enseñanza: la que dice que los historiadores mienten. Gulliver afirma que lo que esconde este deterioro en la calidad de los seres humanos son los "escritores prostituidos " (3.8.5) quienes escriben historias falsas por dinero. En otras palabras, venden su escritura y sus reputaciones al mejor postor. Durante los últimos cien años, despotrica Gulliver, estos llamados "historiadores" han estado afirmando que los hombres que son en realidad cobardes son valientes, que los tontos son honestos y que los mentirosos dicen la verdad. También han estado manchando las reputaciones de gente que es en verdad buena, permitiendo que individuos inocentes y talentosos sean condenados a muerte o a ser olvidados u odiados en la posteridad. El peligro del lenguaje escrito es que puede alterar la historia para beneficio de los que pagan por ello. Para mayor información al respecto, lee nuestra sección de "Mentiras y engaños" y "Literatura y escritura".
Además de Alejandro Magno, Aníbal, Julio César, Brutus, Pompeyo Magno, Pierre Gassendi y René Descartes, Gulliver también conversa con algunas otras personas en este capítulo. Solamente para tu información, menciona a:
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