Walter Younger

Walter Younger

Puede que sea un poco difícil llevarse bien con Walter Younger. La mayor parte del primer acto, es un tipo antipático con todos los personajes de la obra y siempre está peleando con su hermana Beneatha, le dice todo tipo de cosas a Ruth, su esposa, y hasta trata mal a su sacrificada madre, Lena.

Todo este comportamiento pareciera ser por el hecho de que Walter está completamente disgustado con su vida. Su trabajo como chófer de un blanco millonario hace que se sienta completamente insatisfecho. No hay lugar para el progreso en su vida y odia tener que adular al jefe todo el tiempo. Básicamente, Walter se siente menos hombre porque tiene treinta y difícilmente puede mantener a su familia.

El único momento en el que Walter parece emocionarse, es al comienzo de la obra, cuando se habla de un cheque de seguro de vida por $10,000 (el padre de Walter ha muerto) que está por recibir. Walter planea invertir el dinero en una licorería con su “amigo”, Willy Harris. Walter ve esta inversión como la oportunidad de ser su propio jefe y finalmente mantener a su familia como debe ser.

Todos intentan persuadir a Walter para que no invierta el dinero en la licorería. Ruth le dice a su esposo que no debe confiar en Willy Harris, y Lena, una cristiana devota, piensa que es pecado vender licor. Lena, al principio, se niega completamente a darle el dinero a Walter; la póliza de seguro está a su nombre, así que es ella quien tiene el control.

En vez de darle el dinero a su hijo, la madre de Walter toma una parte y la usa como inicial para una casa en un vecindario de blancos. Esto manda a Walter a las profundidades de la desesperación. Pasa tres días de borrachera y se rehúsa a trabajar.

Eventualmente, Lena se rinde y le da a Walter una buena parte de lo que queda para invertir en lo que le dé la gana. También confía en que su hijo pondrá algo del dinero en una cuenta bancaria para que Beneatha pueda ir a la escuela de medicina. Walter no lo hace, y se lo da todo a Willy Harris para la licorería.

Para este momento en la obra, hemos podido entrever cómo se comportaría Walter si tuviera una vida más feliz. Es simpático con su hermana, abraza a su madre y hasta lleva a su esposa a cenar, donde se ponen muy románticos y hasta se toman de la mano. El Walter que vemos es adorable, amigable, un hombre de familia. Al llegar a esta parte estamos “¡Wao! ¡No es tan patán, a fin de cuentas!”

Desafortunadamente, esto no dura mucho. La duda que todos tenían acerca de la inversión en la licorería, fue verdad; Willy se roba todo el dinero. Las cosas comienzan a ir muy mal. Antes, el Sr. Lindner, un blanco del nuevo vecindario, trata de pagarle a los Younger para que no se muden a su nueva casa. Cuando Walter estaba feliz, con mucho orgullo mandó al Sr. Lindner al demonio y le dijo que no necesitaban su dinero.

Pero ahora Walter está desesperado, se está hundiendo, y por lo mismo llama al Sr. Lindner, diciéndole que aceptará el dinero. Walter le dice a su familia que está preparado para doblegarse ante “El Hombre”. Este es realmente el punto más bajo al que llega Walter en toda la obra. Está preparado para humillarse totalmente por dinero.

Sin embargo, al final, Walter se redime cuando eventualmente se niega a tomar el dinero del Sr. Lindner. Cuando el hombre blanco regresa, Lena fuerza a Walter a caminar hacia él al frente de Travis, el hijito de Walter. Pero no puede actuar tan penosamente al frente de Travis. Al final, Walter se respeta a sí mismo y lleva a su familia a la nueva casa.

Aunque Walter se equivoca más que cualquier otro personaje en la obra, también tiene la mayor transformación: comienza como un total imbécil, obsesionado con hacerse rico rápidamente, y termina siendo un hombre de valor y respeto. En Walter Younger, Lorraine Hanseberry nos muestra cómo la pobreza y el racismo pueden cambiar y deprimir a la gente hasta el punto de hacerle daño a quienes más quieren. Claro, con Walter, la escritora también nos muestra cómo esas barreras sociales pueden superarse con la determinación personal y manteniéndose firme en la verdad y las ideas propias.