Los viajes de Gulliver

Los viajes de Gulliver

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Para esta guía, usamos la traducción de Editorial Medí.
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En pocas palabras

Puede que hayas escuchado que algunos se refieren a Los viajes de Gulliver como una sátira. Una sátira es una obra ficticia (por lo general graciosa) que se vale del sarcasmo y la ironía para burlarse de lo patético de la humanidad: nuestra debilidad, nuestra estupidez y todo eso. Algunas de nuestras sátiras favoritas incluyen The Onion y The Daily Show. Pero si te gusta la sátira del siglo veintiuno (como a nosotros), tendrías que fijarte en la del siglo dieciocho: aquellos muchachos eran fanáticos de una buena sátira. De hecho, a algunos de los grandes pensadores del siglo dieciocho, entre ellos el poeta Alexander Pope, el matemático John Arbuthnot y nuestro hombre principal, Jonathan Swift, les encantaba la sátira. Tanto era así que crearon el club Scriblerus para expresar su desprecio hacia la humanidad en general y hacia la mala escritura en particular.

Por tanto, nos parece justo decir que el inicio del siglo dieciocho fue un buen momento para aquellos que todo lo odian. Este fue un buen momento para Jonathan Swift, ya que él es algo así como el rey de los que todo lo odian; uno de los grandes escritores satíricos de la literatura inglesa de todos los tiempos.

De hecho, Swift tenía varias razones para despreciar a los otros, ya que tuvo una vida pública un tanto desastrosa. Swift era un clérigo que iba con frecuencia a Londres a participar del escenario político y literario que se daba durante el reinado de la soberana Ana de Gran Bretaña. Aunque Jonathan Swift comenzó su vida como un Whig (miembro del partido liberal británico en el siglo dieciocho), terminó siendo un prominente Tory (miembro del partido conservador de Inglaterra).

Los conservadores estaban a favor de la autoridad real y la religión nacional (el Anglicanismo). Estos también se oponían al creciente poder del Parlamento, el equivalente inglés del Congreso norteamericano. Puede que Swift no creyera en el derecho divino de los reyes con el mismo fervor que algunos de los conservadores más acérrimos (como puedes haberlo notado en la sátira de los reyes en Los viajes de Gulliver). Aun así, solía identificarse con el partido conservador en los asuntos de aquella época.

Todo parecía ir más o menos bien hasta que Jorge I ascendió al trono en 1714. Con Jorge vino un Parlamento muy liberal. Los liberales eran los enemigos políticos de los conservadores, y Swift se encontró en un callejón sin salida. Al llegar al final de su vida política, Swift se fue de regreso a Irlanda y se convirtió en el decano de la Catedral de San Patricio en Dublín (fuente). Este conflicto entre liberales y conservadores brinda el material político principal para Los viajes de Gulliver. Para mayor información, fíjate en nuestro "Análisis del personaje" sobre los liliputienses.

Swift completó Los viajes de Gulliver en 1725 y lo publicó en Londres con el editor Benjamin Motte en 1726. Swift le escribió a Motte usando el nombre ficticio de Richard Sympson para planificar la impresión de la novela. A Motte le preocupaba tanto ser acusado de traición por publicar Los viajes de Gulliver, que intentó bajar el tono del contenido político en varias partes de la novela (fuente). El hecho que Swift no pudiera ni siquiera usar su propio nombre para planificar la publicación de su libro y que el editor intentara censurar su contenido nos da una idea precisa de cuán ofensivo resultaba el libro Los viajes de Gulliver cuando fue escrito.

Furioso porque Motte editó el texto, Swift terminó enviando Los viajes de Gulliver a otra imprenta. La edición de 1735, impresa por George Faulkner en Dublín, le devuelve a la novela su forma original e incluye una desagradable carta, en teoría del "Capitán Gulliver", criticando los cambios en la edición de 1726. Pero incluso Motte obtuvo un final feliz: la primera edición de Los viajes de Gulliver se agotó en 10 días. Todo el mundo leyó el libro, y ahora estamos aquí, listos para conocer la vida y milagros de Lemuel Gulliver y sus viajes.

¿Y a mí qué?

Cuando empezamos a ver los comerciales de la fascinante película de animación por computadora de James Cameron, Avatar, nos preguntábamos si los personajes eran algo así como Pitufos guerreros. Pero ahora que la hemos visto, sí que nos impresiona. No es solo el material visual lo que nos mantuvo pegados a los asientos. También nos encantó toda la idea de los avatares: cuando Jake Sully, que estaba postrada en una silla de ruedas, logra caminar, correr y saltar usando su nuevo y mejorado cuerpo, fue como si nosotros empezáramos a correr y saltar por primera vez en mucho tiempo. Damos por hecho muchas cosas en nuestras vidas cotidianas. Lo grandioso de la ciencia ficción o la fantasía es que puede tomar aspectos familiares de la experiencia humana y presentárnoslos de una manera nueva. Avatar hace que los movimientos del cuerpo humano como caminar y correr, sean nuevos y extraordinarios.

Pero, te estarás preguntando, ¿y qué tiene que ver Avatar con Los viajes de Gulliver? Bueno, James Cameron se está valiendo de una vieja tradición en la fantasía que consiste en cambiar la realidad y hacer que las cosas ordinarias parezcan raras y desconocidas. Y Los viajes de Gulliver es uno de los precursores en este género: Swift toma temas habituales como la política, las relaciones internacionales, las matemáticas y la ciencia, e incluso la tercera edad y los distorsiona. Hace que las diferencias políticas parezcan insignificantes enviando a Gulliver a Liliput, y hace que las matemáticas y la ciencia parezcan ser superficiales y distantes con respecto a la vida diaria al hacer que la isla de Laputa flote en el aire. Al hacer que las costumbres humanas que subestimamos parezcan raras y extrañas, Los viajes de Gulliver nos invita a volver a verlas como si fuera por primera vez.

Pero lo que descubre Gulliver durante sus viajes no es para nada tan agradable como la Pandora de James Cameron. Para él, casi todo lo que está relacionado con las personas: sus deseos, sus intereses, e incluso sus olores, es totalmente repulsivo. Los viajes de Gulliver nos muestra a los seres humanos en todo tipo de formas, repugnantes pero creativas. Este es un libro para leer cuando estás enfadado con la gente en general porque, como verás, Swift estará de tu lado, odiando mientras te hace reír. Swift usa la reorganización creativa de la vida diaria para despotricar sobre todo el siglo dieciocho de la manera más cruel, graciosa y grosera; y tenemos que confesarlo: tienes que leer esta novela para creerla.

Frase Clave

Mi padre tenía una pequeña hacienda en Nottinghamshire. De cinco hijos, yo era el tercero. Me mandó al Colegio Emanuel, de Cambridge, teniendo yo catorce años, a allí residí tres, seriamente aplicado a mis estudios; pero como mi sostenimiento, aun siendo mi pensión muy corta, representaba una carga demasiado grande para una tan reducida fortuna, entré de aprendiz con míster James Bates, eminente cirujano de Londres, con quien estuve cuatro años, y con pequeñas cantidades que mi padre me enviaba de vez en cuando fuí aprendiendo navegación y otras partes de las Matemáticas, útiles a quien ha de viajar, pues siempre creí que, más tarde o más temprano, viajar sería mi suerte. Cuando dejé a míster Bates, volví al lado de mi padre; allí, con su ayuda, la de mi tío Juan y la de algún otro pariente, conseguí cuarenta libras y la promesa de treinta al año para mi sostenimiento en Leida (1.1).