Brinker Hadley

Brinker Hadley

Brinker Hadley es ese tipo de persona. Ya sabes, el tipo de persona que viste bien, se ve bien, encabeza un montón de comités, habla con facilidad y siempre huele muy, muy rico. Brinker es un líder natural y está acostumbrado a mandar. Pero claro, esto es Una paz solo nuestra y el cambio siempre es inminente. La transición de Brinker de estudiante modelo a rebelde reticente es el meollo de su carácter.

Damos más detalles en la sección sobre el personaje, pero Brinker y Finny forman una de las muchas parejas dicótomas de la novela. Verano/invierno, juventud/madurez, anarquía/leyes, paz/guerra. (Las persistentes acusaciones de Brinker contra Gene reflejan su necesidad de orden y su tendencia hacia los roles de autoridad). La transición de la escuela de verano al semestre de invierno significa que Finny deja la posición de poder y Brinker la retoma; pero solo de forma temporal. Cuando Finny vuelve a Devon, esperamos una especie de confrontación y Knowles la cumple durante el carnaval de invierno. La batalla es breve y Phineas gana. O como dice Gene, "Brinker el Legislador se volvió rebelde mientras duró" (9.39).

Pero no es sino hasta el final de la novela cuando Finny se da cuenta de qué inició la transformación de Brinker en primer lugar. Como muchas otras cosas en Una paz solo nuestra, esto tiene todo que ver con la guerra. Brinker, quien todo el mundo creyó ser el que se enlistaría primero, rápido se desilusiona con la idea de pelear. Gene identifica sus sentimientos como "un ligero resentimiento y lástima propia en contra de millones de personas que no conocía" (13.40). Brinker no quiere luchar en la guerra que comenzó su padre.

Esto resulta interesante. Al inicio, Brinker representa la responsabilidad y la madurez. Parece más maduro que los otros muchachos y su aceptación de la guerra y entusiasmo por alistarse parecería reflejar todo esto. Pero hacia el final de la novela nos damos cuenta de que el abandono de los ideales anteriores de Brinker representa su crecimiento. Su madurez es personificada no por la aceptación de la guerra, sino por su rechazo. Esto produce un giro inesperado en la dicotomía de la juventud/madurez, paz/guerra y anarquía/normas que hasta ese momento domina la novela.