Criadas y señoras

Criadas y señoras

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Para esta guía, usamos la traducción de Alvaro Abella.
Puedes comprarla aquí.

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En pocas palabras

Criadas y señoras, que se publicó por primera vez en 2009, es la novela debut (bastante impresionante, en nuestra humilde opinión) de la escritora estadounidense Kathryn Stockett. Aparentemente, también cuenta con otros fanáticos: según lo que sabemos, Criadas y señoras permaneció dos asombrosos años en la lista de libros más vendidos del New York Times. Por si fuera poco, también fue un gran éxito en la pantalla grande e hizo explotar la taquilla en 2011. Así que, sí, diríamos que le fue bien con su primera novela.

Ambientada en Jackson, ciudad de Mississippi racialmente segregada (y ciudad natal de Stockett), en las etapas tempranas del movimiento por los derechos civiles, Criadas y señoras comienza en agosto de 1962 y termina a fines de 1964. Tres mujeres, dos negras y una blanca, narran la novela en capítulos alternos. Ellas se reúnen para publicar un libro de historias anónimamente escritas sobre las experiencias de mujeres negras que trabajan como criadas para familias blancas en Jackson.

Está bien, admitimos que un libro que trata de un libro que trata de quehaceres del hogar y cuidado de niños no suena como lo más interesante de la biblioteca. Pero eso es parte de la genialidad de esta novela: eleva estos quehaceres y sí, hablar y escribir sobre ese tema, a altos niveles de humor, peligro, amor, intriga y suspenso. Ah, sí, y mantén la caja de pañuelos a la mano, que esta novela sí saca lágrimas. Existen algunos momentos agónicamente tristes en ella. De hecho, Stockett empezó a escribir Criadas y señoras como modo de lidiar con su propia tristeza y soledad. Menciona:

Empecé a escribirla un día después del 11 de septiembre. Vivía en Nueva York. No teníamos ningún servicio de teléfono ni de correo. Como lo hacen muchos escritores, empecé a escribir en una voz que me faltaba. Extrañaba mucho a casa; ni siquiera podía llamar a mi familia y decirle que estaba bien. Así que empecé a escribir en la voz de Demetrie, la criada que tenía de niña. (fuente)

Así que aprendamos un poco más de Demetrie. Ella era como "la criada" que protagoniza la novela de Stockett, una mujer negra que trabaja en el domicilio de una familia blanca. Fue empleada primero de los abuelos de Stockett, periodo en el cual crio al padre y al tío de nuestra autora (fuente). Fue una enorme fuente de autoestima para Stockett cuando ella crecía, fortaleciendo su autoestima y estando a su lado cuando la vida se volvía difícil. Cuando Demetrie murió en 1986 (Stockett tenía dieciséis años), era aún empleada de la familia. Esto era mucho antes que Stockett empezara verdaderamente a pensar en la vida desde el punto de vista de Demetrie. Escribe:

Me avergüenza admitir que me tardé veinte años en darme cuenta de la ironía de esa relación. Estoy segura de que por eso escribí mi novela, Criadas y señoras: para buscar respuestas a mis preguntas, para calmar mi mente por lo de Demetrie. (fuente)

A veces pícara, otras veces traviesamente irónica, otras veces desgarradora, esta novela sostiene que la escritura y la narrativa poseen el poder de llevar a cabo cambios positivos para los individuos y sus comunidades. Como sugiere la cita anterior de Stockett, esta novela nos demuestra que estas también son herramientas que podemos utilizar para lidiar con las partes dolorosas de nuestros pasados. Ah, y por si acaso necesitas un poco de humor en medio de todas estas discusiones serias, hay suficientes chistes escatológicos para rellenar por lo menos un episodio de South Park. Cuando este libro te agarre, te tendrá riendo, llorando y al filo de tu lector electrónico al mismo tiempo.

¿Y a mí qué?

Hoy en día, se oye mucho lo de la "sociedad transparente", frase tomada del título de un libro de no ficción del 1998 por David Brin que explora los impactos positivos y posiblemente negativos de la tecnología, la privacidad y la libertad. Los que abogan por una sociedad transparente (como el fundador controversial de WikiLeaks Julian Assange) se preocupan sobre todo con exponer los abusos de poder con el fin de salvaguardar la privacidad de los individuos. Para otros, la sociedad transparente significa una pesadilla orwelliana de la cual no existe salida. Para algunos medios de comunicación, la sociedad transparente significa trabajar con esmero para satisfacer el hambre del público de conocer las vidas secretas de celebridades y políticos. En verdad, no nos cansamos de las telerrealidades.

El punto es que nos encantan (y sí, a veces nos aborrecen) las telerrealidades porque nos dan vistazos a las vidas de gente que normalmente no llegaríamos a conocer. Nos fascinan en parte porque vemos a las personas en ellos (en el caso de, digamos, Jersey Shore) haciendo público lo que una vez eran actos privados, como los coqueteos y las seducciones de Snookie o cosas ordinarias como ir al baño, vomitar, tener resacas, meterse en trifulcas y cosas por el estilo. Las telerrealidades existen de todos los sabores que podemos imaginar. Con cámaras instaladas en nuestros teléfonos y computadoras, todos tenemos el potencial de convertirnos en estrellas de telerrealidad.

Los arqueólogos, los historiadores y, sí, los escritores de ficción histórica también se esfuerzan en hacer el pasado más transparente. Los escritores sureños tienen fama de revelar los secretos bien guardados de esa región. El celebrísimo escritor misisipiano William Faulkner solía hacerlo representando la incertidumbre y la confusión de la vida en el sur luego de la Guerra Civil a través de narrativa y estructura gramática complicada y experimentos con el lenguaje, como en El ruido y la furia. Por el contrario, Criadas y señoras, de Stockett, parece más una telerrealidad. Se nos presentan vistazos de las vidas secretas de las familias blancas y negras de Jackson a principios de los años 1960, a través de los ojos como cámaras de las criadas negras mientras escriben un libro que saca sus experiencias verdaderas, cotidianas e incluso íntimas a la luz pública.

Sumergiéndose en perspectivas que no se suelen explorar en la literatura popular, Stockett amplía nuestra perspectiva del pasado estadounidense histórico y puede hasta inspirarnos a observar nuestras comunidades con nuevos ojos. Luego de leer Criadas y señoras, quién sabe, tal vez te encuentres inspirado a agarrar aquella cámara, teclado o clásica pluma y comenzar tu propia crónica.

Frase Clave

"Quiero gritar muy alto, para que Chiquitina pueda oírme, que la suciedad no es de color, que los barrios negros de la ciudad no están contaminados con enfermedades. Quiero evitar que llegue ese momento (que sucede en la vida de todo niño blanco) en que empiece a pensar que los negros no somos tan buenos como los blancos" (7.80).