El señor muy viejo con unas alas enormes

El señor muy viejo con unas alas enormes

Es un hombre de pocas (e incomprensibles) palabras. No le vendría mal un baño y… ah, sí, tiene un par de alas gigantescas. Se puede decir que no resulta muy agradable a la vista. (Algo como esto, tal vez). Veamos cómo lo describe el autor en el cuento:

"Estaba vestido como un trapero. Le quedaban apenas unas hilachas descoloridas en el cráneo pelado y muy pocos dientes en la boca, y su lastimosa condición de bisabuelo ensopado lo había desprovisto de toda grandeza. Sus alas de gallinazo grande, sucias y medio desplumadas, estaban encalladas para siempre en el lodazal".

¿Sabes qué es lo que resulta interesante de este fragmento? Fíjate en las analogías y metáforas que usa García Márquez: es "como un trapero", está en el estado de un "bisabuelo ensopado" y tiene "alas de gallinazo". Trapero, bisabuelo y gallinazo: tres elementos que están siempre al final de la lista, por decirlo de alguna manera.

Esta descripción hace entender al lector que este anciano es básicamente el equivalente al pobre hombre que se acurruca bajo un montón de periódicos frente a la biblioteca y sostiene un letrero que reza: "Vienen por ti". No es alguien que te inspire confianza, sino más bien todo lo contrario.

La decisión correcta

¿Y quién es este "él"? Eso depende de a quién le preguntes. El narrador lo llama "el hombre viejo", pero los lugareños se refieren a él como "el ángel". (Cuando el narrador lo llama "ángel" suena bastante irónico). ¿Pero puede ser ambas cosas? ¿Ninguna de ellas? ¿Acaso importa? Sí, lo cierto es que sí importa. Importa que no estemos seguros de qué pensar e importa que tengamos que tomar una decisión. Verás, la historia nos hace saber que deberíamos poner en duda lo que vemos o leemos, pero también nos señala que debemos decidir por nosotros mismos. El hombre viejo/ángel no es capaz de hacerse escuchar (al menos en una lengua que conozcamos), de modo que somos nosotros los que debemos llegar a una conclusión y es probable que esta diga mucho sobre nosotros. ¿Lo vemos como un "ángel"? Es decir, una atracción de feria a la que molestar y explotar. ¿O lo vemos como un "bisabuelo" y un "hombre viejo"?, alguien digno de lástima y cariño.

Un desconocido llega al pueblo

Tenemos muy pocos datos acerca del hombre viejo, pero sabemos que no habla español (que suponemos es el idioma del pueblo). Parece que se comunica en un dialecto nórdico, puede que noruego, y entona canciones de marineros: "Entonces se atrevieron a hablarle, y él les contestó en un dialecto incomprensible pero con una buena voz de navegante".

Es uno de los desconocidos más extraños que pisó el pueblo. Su condición de extranjero es lo que causa la mayoría de los problemas de la historia. No es capaz de comunicarse con los aldeanos o explicar su situación. Además, no tiene lazos con ningún lugareño, por lo que nadie siente la necesidad de tratarlo bien.

En realidad, el ángel no es un personaje totalmente desarrollado. Dado que nunca habla ni hace nada, y no llegamos a saber cuáles son sus motivaciones, no podemos descubrir muchas cosas sobre él. Lo que sí nos permite ver es la verdadera naturaleza de todos los demás. ¿Quién es codicioso? ¿Quién es cruel? ¿Y legalista? Las reacciones de los habitantes del pueblo ante la presencia del ángel revelan mucho sobre su personalidad.

¿Un ángel guardián?

Hay una cuestión más sobre la que queremos reflexionar. ¿Podría tratarse de un ángel guardián?

No sabemos qué quiere o por qué acabó aquí, pero sí que parece tener algún tipo de conexión con el niño de Elisenda y Pelayo. Piénsalo: el bebé mejora cuando el ángel aterriza en el patio, y huye volando cuando el niño empieza la escuela varios años más tarde. No nos referimos a un espíritu celestial con halo y vestido rosa, pero está claro que hay un vínculo especial entre ambos.