Orgullo y prejuicio

Orgullo y prejuicio

En pocas palabras

Cuando Jane Austen publicó Orgullo y prejuicio en 1813, la gente todavía se estaba acostumbrando al hecho de que a las mujeres se les ocurriera hacer algo tan impúdico y provocativo como dejar que extraños leyeran una narración escrita por ellas a cambio de dinero. ¡Cómo se atreven! ¡De esto a la prostitución hay un solo paso! (No es broma). Por este motivo, la novela se publicó como obra anónima, al igual que el libro Sensatez y sentimiento de la misma autora, publicado un año antes. (Imagina qué opinión le merecerían a esta gente los blogueros que hablan de temas sexuales).

No solo era complicado que las mujeres de la época se dedicaran a la escritura, sino que además se daba por sentado que sus novelas eran un tanto ridículas y ñoñas; no como las obras masculinas, que reflejaban ideas profundas y trataban temas serios. Esos prejuicios se acrecentaban si tus novelas, como la de Austen, se centraban en casar a unas hermanas. Austen se burlaba de esas opiniones en una carta que escribió a su hermana:

[Orgullo y prejuicio] es demasiado suave, brillante y esplendorosa. Requiere algo de sombra, ser prolongada aquí y ahí con un largo capítulo […] sobre un tema que no tenga nada que ver con la narración, como un ensayo sobre la escritura, una crítica de Walter Scott o la historia de Bonaparte, o cualquier cosa que haga contraste y acerque al lector con más placer a la picardía y al epigramatismo del estilo general. (Carta a Cassandra Austen, 4 de febrero de 1813).

¿Que cómo sabemos que está bromeando? Pues bien, supongamos que estás pasando las páginas de forma frenética durante la propuesta matrimonial del Sr. Darcy, deseando leer la respuesta de Elizabeth Bennet, y de repente el narrador empieza a divagar sobre literatura contemporánea. Como que rompe la magia del momento, ¿no? Sin embargo eso era lo que la mayor parte de la gente esperaba de los libros, un poco de realismo mezclado en la ficción, lo justo para poder decir: "Sí, lo sé, es una novela, pero la estoy leyendo por los artículos".

En realidad, la novela ahonda en profundas reflexiones y trata temas serios. A finales de siglo, empezaba a avivarse de nuevo el antiguo debate entre la racionalidad y las emociones. El siglo XVIII había sido la era de la Ilustración, en la que Voltaire, David Hume y Adam Smith dieron sentido a la vida desde un enfoque científico, antropocentrista e irreligioso. Estas ideas ilustradas sobre los derechos de los hombres y el valor de los individuos incendió a los habitantes de las colonias americanas, y poco después la democracia se instaló al otro lado del Atlántico. ¿Y al otro lado del canal de la Mancha? La Revolución francesa derivó en el derrocamiento de la monarquía. Todos los reyes de Europa se procuraban seguir teniendo la cabeza pegada al cuello.

Austen no era ninguna tonta, y no es casual que los personajes pasen gran parte del tiempo debatiendo si deben tomar decisiones basándose en la razón y la racionalidad o en los sentimientos e impresiones. Estas preguntas empezaban a cobrar gran importancia tanto para las naciones como para los individuos, y en especial para las mujeres cultas, quienes un buen día comenzaron a reflexionar y preguntarse: "¡Eh! ¿Cómo es que no podemos ser dueñas de una propiedad? ¿Por qué es indecente que ganemos nuestro propio dinero? ¿Cómo puede ser que no tengamos derechos ni poder político? ¿Por qué se supone que debemos quedarnos calladitas y no pensar, aunque tengamos cerebro?".

Puede que Orgullo y prejuicio no sea una disertación sobre la independencia política o las ventajas relativas de la pasión y la razón, pero sin duda es reflejo de lo que pueden significar esas ideas para las mujeres.

¿Y a mí qué?

¡Grrr! Los padres pueden hacernos pasar mucha vergüenza, ¿no crees? (Y ni hablemos de las hermanitas).

Pues sí, y así ha sido durante al menos unos doscientos años. Orgullo y prejuicio es importante porque, a diferencia de muchas (está bien… la mayoría) de las novelas publicadas a principios del siglo XIX, esta trata sobre gente cotidiana que lleva a cabo actividades cotidianas en lugares cotidianos, como ser humillado por tus padres, no saber cómo confesar tus sentimientos a la persona que te gusta o sentirte atraído por una persona que da un poco de vergüenza. ¿Te suena?

A Elizabeth Bennet también.

Es cierto, Orgullo y prejuicio está llena de palabras rocambolescas y frases largas, pero trata sobre gente real que vive vidas como la tuya (o casi), porque Jane Austen es prácticamente la inventora de las novelas de habla inglesa.

Sí, la prosa de ficción ya existía antes que ella, pero la mayoría era salvaje y alocada: gente que emprendía viajes extraños, vivía aventuras increíbles e interminables y hacía cosas escandalosas y totalmente imposibles (piensa en aventuras como las de Robinson Crusoe y Los viajes de Gulliver y en noveluchas góticas , el equivalente de Crepúsculo del siglo XVIII).

Podemos decir que Austen fue la primera escritora en decir, "eh, ¿sabes qué más es interesante? Nuestras propias experiencias diarias y universales, la forma en la que la gente interactúa entre sí, y cómo se gestan o no las relaciones entre individuos". En otras palabras, básicamente todo lo que no trata sobre vampiros, zombis o islas desiertas es obra de ella. Nomás por eso merece nuestra atención.

Frase Clave

"Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa." (1.1.1)