El dador

El dador

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Para esta guía, usamos la traducción de Luisa Balseiro.
Puedes encontrarla aquí.

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En pocas palabras

Imagínate que te dicen que debes empezar a trabajar a los doce años y dedicarte a lo mismo durante el resto de tu vida. Aterrador, ¿no crees? Ahora imagínate que estás siendo observado en todo momento por una fuerza oscura y controladora. ¡Qué miedo! Pues hay más aún: imagínate que vives en un mundo en blanco y negro, literalmente, al estilo Pleasantville.

Todo esto es horrible, pero El dador es tan generoso que no para de regalarnos cosas (como pesadillas); imagínate una sociedad sin emociones: sin amor, sin odio, sin lujuria, sin enfados.

Discúlpanos si nos pasamos el día siguiente temblando de miedo bajo las sábanas.

Lois Lowry publicó El dador en 1993. Para ese entonces ya había ganado una medalla Newbery en 1990 por su anterior novela, ¿Quién cuenta las estrellas? Pero dado que dos son siempre mejor que uno, obtuvo una segunda medalla Newbery gracias a El dador.

El dador cuenta la historia de un niño llamado Jonás que vive en una comunidad sumamente controlada en una época futura. La novela pertenece a un género llamado "literatura distópica", que integra relatos con moralejas. Una sociedad utópica es aquella en la que todo es perfecto, y una distópica es todo lo contrario: las cosas no pueden ir peor. La obra relata la experiencia de Jonás con recuerdos del "pasado", una época como la nuestra en la que la gente todavía tenía libertad de decisión.

Y dado que todo lo que vaya dirigido a jóvenes adultos que tenga referencias al sexo o al gobierno se califica de "controvertido", la obra fue prohibida, y mucho.

Es graciosísimo, ¿no crees? Una novela que trata de una sociedad en la que se prohíben las estaciones, el libre albedrío, la música, los colores, las emociones y los libros acaba siendo censurada en el mundo real.

Sin embargo, a pesar de la polémica inicial (o quizá a causa de ella), El dador es uno de los libros de literatura juvenil más famosos de la actualidad. Y no es que vaya dirigido única y exclusivamente a los jóvenes, ya que también se estudia en clases de filosofía y ciencias políticas a nivel universitario. De modo que, seas amante de la literatura juvenil o estudioso de Kant, alumno de secundaria o una sabia abuelita, deberías leer El dador.

Aunque sea por el mero hecho de que ahora sí podemos leerla.

¿Y a mí qué?

La vida duele, y mucho.

Somos conscientes de que es una afirmación un tanto deprimente, pero también de una verdad irrefutable. Desde los primeros horrores de la infancia (rodillas amoratadas, no levantarse de la mesa hasta acabar el brócoli, ver morir a la madre de Bambi) hasta las humillaciones de la adolescencia (que te sangre la nariz delante de toda la clase, olvidarte de hacer los deberes, cambiarte de escuela y pasarte el recreo solo), la vida parece reafirmar la cita de La princesa prometida: "la vida es dolor".

Y puede que a veces fantasees con un mundo donde el dolor no existe, en el que no tengas que tomar decisiones difíciles, ni estar solo, ni sentirte inseguro ni preocuparte por… nada.

Pero antes de dejar volar demasiado alto tu imaginación y ponerte a soñar con un Shangri-La de veranos perpetuos y una calma absoluta, abre El dador. Léelo.

Esta novela nos enseña cómo sería un mundo de tales características, y ¿a que no sabes qué? (se viene el destripe): no tiene nada de maravilloso. De hecho, es un verdadero espanto.

Cuando no tienes nada de qué preocuparte, afirma El dador, no te angustia el fracaso... pero tampoco experimentas la alegría que aportan el éxito y el orgullo. Si nunca te sientes inseguro, no te entran sudores mientras esperas que te escriba la persona que te gusta... pero tampoco gozas de la euforia que te entra al recibir un mensaje como: "¿Qué estás haciendo? ¡Te extraño!" Desde luego que cuando estás solo no sientes que la timidez ni el rechazo se apoderan de ti, pero tampoco experimentas la emoción que se siente cuando un amigo te dice: "¿Y si compramos helado y nos vemos una temporada entera de Lost?"

Y está claro que no tener que tomar ninguna decisión difícil significa que nunca tomarás la decisión equivocada, pero tampoco la correcta (Y cuando decimos "la correcta" nos referimos a "adoptar un gatito llamado Bebé Beluga aunque no tengamos un peso en el bolsillo").

Básicamente, lo que viene a decir El dador es que no hay mal que por bien no venga. Ah, y olvídate de bostezar de aburrimiento. Lois Lowry se encargó de insertar ese mensaje rebosante de vida en un apasionante libro lleno de terror distópico, médicos que matan a bebés, amor juvenil y un osado plan de huida.

Frase Clave

"La peor parte de retener los recuerdos no es el dolor. Es la soledad. Los recuerdos necesitan ser compartidos." (20.33)