El señor de las moscas
El señor de las moscas
En pocas palabras
El señor de las moscas es la novela escrita por William Golding en 1954, que puede considerarse la predecesora de Los juegos del hambre. Antes de Los juegos del hambre, aparecieron los "realities" de televisión y en 1996 la novela negra japonesa (y más tarde película) Battle Royale. Sin embargo, no cabe duda de que la trama es parecida: un grupo de niños acaban en una isla/arena y se convierten en seres despiadados en unos, ehmm, cinco minutos.
Al igual que Los juegos del hambre, El señor de las moscas tuvo un gran éxito, aunque no estamos seguros de que Suzanne Collins vaya a seguir los pasos de William Golding y se haga merecedora de un Premio Nobel de Literatura por "iluminar la condición humana del mundo actual". (Te queremos, Suze).
El señor de las moscas es una alegoría (básicamente una historia con moraleja) sobre… algo. La gente no parece ponerse de acuerdo en torno a esta cuestión. Puede que trate acerca de la maldad inherente al hombre, la lucha psicológica, la religión, la naturaleza del ser humano, la opinión del autor sobre la guerra (Golding formó parte de la Marina durante la Segunda Guerra Mundial), o probablemente sea un conglomerado de todo lo anterior.
Puede que El señor de las moscas no fuera la última historia sobre unos niños que se quedan atrapados en una isla, pero tampoco fue la primera. Golding se basó en la novela La isla de coral, escrita por R. M. Ballantyne en 1857. En dicha obra, unos jóvenes blancos europeos acaban en una isla y usan el cristianismo para "vencer" las "costumbres paganas" de los nativos polinesios.
Como es lógico, este libro cosechó un gran éxito en la Inglaterra victoriana, pero Golding no estaba muy impresionado. El señor de las moscas, que usa muchos de los nombres de personajes utilizados por Ballantyne, muestra casi el escenario opuesto: es lo salvaje y desconocido lo que conquista a los muchachos, y no al revés. Sí, es tan escalofriante como suena.
¿Y a mí qué?
Es posible que pienses que los combates de gladiadores y las ejecuciones públicas forman parte del pasado. Permítenos ponerlo en duda. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al cine, jugaste a un videojuego o viste la televisión? Nos encanta la violencia, y los títulos como Saw VII o Resident Evil 6 son una clara muestra de esta afirmación. Es cierto que se nos ocurren formas "civilizadas" de dar rienda suelta a nuestra sed de sangre, como la WWE, el fútbol o la lucha de pulgares durante la excursión escolar de seis horas a Washington D. C.; sin embargo, William Golding asegura que si dejáramos a un grupo de jóvenes solos en una isla, sin ningún tipo de normas por las que regirse, estructuras sociales o consecuencias, esa civilización fracasaría por completo.
¿Crees que no es más que ficción? En 1971, Philip Zimbardo, un profesor de psicología de la Universidad de Stanford, decidió llevar a cabo un experimento. El plan consistía en reunir a un grupo de estudiantes universitarios y encerrarlos en una prisión ficticia en el sótano de la facultad de psicología durante dos semanas. Unos desempeñaban el rol de guardias y otros el de prisioneros. Los primeros estaban armados con macanas de madera y llevaban uniformes y lentes de sol. Los prisioneros estaban obligados a ropa diferente y se les asignó un número.
Dado que a esa edad las hormonas están muy alteradas, seguramente podrás adivinar el desenlace. Tanto los "guardias" como los "prisioneros" empezaron a creerse el papel que estaban representando. La situación se descontroló demasiado rápido; los "prisioneros" sufrieron abusos, vejaciones y humillaciones por parte de los nuevos y sádicos "guardias". Hubo huelgas de hambre e incluso se confinó a unos cuantos a celdas de aislamiento. Las cosas se torcieron tanto que Zimbardo tuvo que cancelar el experimento antes de tiempo, exactamente seis días después de empezar.
De modo que antes de tachar El señor de las moscas de poco realista, y darte una palmadita en la espalda por pensar que si tú estuvieras en una isla desierta empezarías a formar cooperativas y a hacer redes usando lianas, acuérdate del experimento de la prisión de Stanford. Por lo visto, encerrar a unos cuantos estudiantes en un sótano no difiere mucho del grupo de jóvenes varados en una isla: ambos muestran que la naturaleza humana puede darnos sorpresas desagradables.
Frase Clave
"Su mente estaba llena de recuerdos [...] de haber vencido a un ser vivo, de haberle impuesto su voluntad, de haberle arrancado la vida, con la satisfacción de quien sacia una larga sed."