Jim

Comencemos por la relación entre Jim y Huck. Mientras que Huck tarda en apreciar a Jim como persona y no como propiedad, Jim siente compasión y cariño por él desde el primer momento. Cuando ambos encuentran el cadáver en la cueva (después nos enteraremos de que es el papá de Huck), Jim protege a Huck de ver semejante escena. Cuando están juntos en la balsa, Jim está pendiente de relevar a Huck para que pueda guarecerse y dormir. Claro, al final de la novela, Jim hace el más grande de los sacrificios, da su libertad, y probablemente también su vida, para salvar a Tom Sawyer. La historia que nos cuenta Jim de su hija nos recuerda de nuevo que tiene mucho que perder, quizás má que el mismo Huck.

Aunque podamos admitir que es un buen tipo, al principio no parece ser la persona más refinada del mundo. Es supersticioso, crédulo y sin educación. Pero no tardamos en darnos cuenta de que sus creencias no son terriblemente diferentes a la religión que profesa la señorita Watson, que no tener educación no lo priva de ser una persona súper inteligente, y que su credulidad es simplemente un síntoma de su inocencia, un atributo más característico de su ambiente que de su personaje.

Pero basta de cosas abstractas. Veamos específicamente el capítulo 14, en donde Jim discute con Huck primero acerca de Salomón y luego acerca de los franceses. Ciertamente interpreta incorrectamente la historia de Salomón, pero su razonamiento es válido. La idea de cortar al niño en dos es una buena idea en teoría, pero en la práctica era una solución poco práctica. Cuando Jim señala que es estúpido que los franceses hablen una lengua diferente, nos da ganas de burlarnos, pero el hombre tiene un punto. Nosotros también: el personaje de Jim es completamente producto de su ambiente, tenemos que verlo bajo las luces de aquella época, de aquel lugar y de lo que lo rodea.