Napoleón (un cerdo)

Napoleón (un cerdo)

Arquitecto invisible

Napoleón no juega un papel importante en la rebelión inicial, que además ocurrió por mera casualidad. Aun así, se nos presenta, junto con Snowball, como uno de los cerdos más inteligentes del lugar. El narrador lo describe como “un verraco grande de aspecto feroz, el único cerdo de raza Berkshire en la granja; de pocas palabras, tenía fama de salirse siempre con la suya” (2.2). También es importante notar que Snowball es un mejor orador y mejor con el pueblo también. Pero, es Napoleón el más traicionero y el más astuto de los dos cerdos, y se las arregla para hacer lo que quiere.

Vemos el primero de muchos ejemplos cuando Napoleón arrebata los nueve cachorros de sus madres y comienza a criarlos. Nadie sabe exactamente qué está haciendo hasta que los perros, repentinamente, aparecen ya grandes, para cazar a Snowball y echarlo de la granja. Cuando los perros regresan “se observó que meneaban la cola ante él como los otros perros acostumbraban hacerlo con el señor Jones” (5.15). Napoleón quizá no tiene tantas ideas como Snowball, pero le gusta el poder, y aprende de los mejores; en este caso, el Sr. Jones.

Después del exilio de Snowball, Napoleón se apodera completamente de la granja. Habla relativamente poco porque tiene a Squealer para que hable por él. Elimina toda oportunidad de protesta cuando se deshace de las reuniones públicas, diciendo que es mejor que las cosas se decidan por comités, que serán presididos por él mismo. En general, su imagen pública está muy bien controlada:

“Por aquellos días, Napoleón rara vez se presentaba en público; pasaba todo el tiempo dentro de la casa, cuyas puertas estaban custodiadas por canes de aspecto feroz. Cuando aparecía, era en forma ceremoniosa, con una escolta de seis perros que lo rodeaban de cerca y gruñían si alguien se aproximaba demasiado” (7.5).

Napoleón se protege en todos los frentes. Con la ayuda de Squealer y de otros cerdos, reescribe la historia, haciendo que Snowball sea un villano, e incrementando su propio rol en la rebelión. Se apoya de la candidez de los animales más fuertes, como Boxer el caballo, y en la apatía de los más sabios, como Benjamín el burro. Cuando todos cuestionan la versión histórica de Napoleón, éste hace que una horda de ovejas cante más fuerte para callar las protestas.

No es solo un cerdo: Napoleón como Joseph Stalin

Nada de esto es, claro está, un simple estudio del poder de un cerdo. Napoleón no tendría sentido alguno a menos que sepamos que es la mímesis de Joseph Stalin, quien fue Secretario General del Partido Comunista desde 1922 hasta su muerte, treinta años después. Como Napoleón, Stalin fue un maestro manejando las cuerdas detrás del escenario. Formó una policía secreta, el NKVD (posteriormente la KGB), que se comportaba como los perros de Napoleón, que a fin de cuentas, prueban su efectividad asesinando a Leon Trotsky, representado en Snowball, y uno de los mayores rivales de Stalin.

Al mismo tiempo, Stalin mantenía el control sobre los medios de comunicación, ordenando propaganda de él mismo en las cuales los niños lo miran con adoración. Utilizó su poder político básicamente para reescribir la historia rusa, dándose a sí mismo un rol mucho más importante en la Revolución de 1917 del que realmente fue, además de autodesignarse a él y a nadie más que a él, la responsabilidad de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Y mira esto: Nikita Jrushchov, quien estuvo a las órdenes de Stalin y fue el siguiente líder ruso, recordaba cómo, mientras que Stalin se convertía en un gigante de la historia rusa, él, realmente quería ser recordado por su modestia. ¡Ja! ¡Claro!

Al igual que Stalin usa la policía secreta para aferrarse al poder, Napoleón usa el ataque de sus perros para deshacerse de la oposición a la fuerza, de la misma forma en que calla a la disidencia y crea su propia imagen a través de Squealer y sus ovejas. Uno de los paralelismos más grandes entre Napoleón y Stalin tiene que ver con la forma en que se desploma la producción en la Granja Animal mientras Napoleón está al mando. Decide llenar los graneros de arena para esconder la pobre cosecha. Este episodio es una alusión de cómo Stalin desbarató la producción agrícola con sus Planes Quinquenales (que comenzaron en 1928). Cuando los planes resultaron en una inmensa hambruna por toda Rusia, Stalin hizo todo lo posible para ocultarla y hacer ver que a Rusia le estaba yendo mejor que antes (visita nuestra sección de “Simbolismo, imaginería y alegorías” para más detalles acerca de los Planes Quinquenales).

Si Napoleón es o no el cerdo más inteligente de la granja, queda para la discusión, pero es, sin duda, el más astuto y, al final de la novela, la Granja Animal es una máquina que funciona según la voluntad de Napoleón.

Un cerdo psicópata: los violentos actos de Napoleón

Nos dan pistas de la naturaleza violenta de Napoleón mucho antes de que toda su fuerza estalle. La primera parte viene cuando le suelta los perros a Snowball y lo persiguen hasta expulsarlo de la granja. La segunda viene cuando Napoleón aplasta la rebelión de las gallinas cortándoles la ración de comida, causando que un gran número de gallinas, literalmente, mueran de hambre. Pero nada se compara con lo que hace después.

Napoleón comienza a obligar a varios animales a hacer confesiones falsas delante del grupo. Se deshace de cualquiera que lo contradiga, y después los hace quedar como traidores “los perros, sin perder tiempo, les desgarraron las gargantas” (7.25). De esta forma, Napoleón se deshace también de los cuatro cerdos que, de vez en cuando, disentían de él, y de las gallinas que actuaron como cabecillas de la rebelión. El narrador nos describe la escena de la siguiente manera:

“Y así continuó la serie de confesiones y ejecuciones hasta que una pila de cadáveres yacía a los pies de Napoleón y el aire estaba impregnado con el olor de la sangre, olor que era desconocido desde la expulsión de Jones” (7.26).

La violencia que comienza a la mitad del “cuento de hadas” de Orwell, es una alusión a la Gran Purga, también conocida como el Gran Terror, que fue llevada a cabo por Stalin a finales de los años 30 del siglo pasado. Los métodos de Napoleón son demasiado parecidos a los de Stalin. La gente simplemente desaparecía; otros eran enviados a gulags; otros forzados a desacreditarse públicamente, confesando crímenes que jamás habían cometido. Todos estos métodos extremos fueron utilizados por Stalin para consolidar su poder, para asegurarse de que su posición nunca se tambaleara (lee la sección de “Símbolismo, imaginería y alegorías” para más detalles acerca de la rebelión de las gallinas y las purgas de Stalin).

La violencia de Napoleón hacia los demás animales juega un papel clave en el libro. Sentimos seguir hablando de esto, pero el narrador nos detalla brutalmente cómo los perros les desgarran la garganta. Lo que hace los métodos de Napoleón tan diabólicos (astutos y malvados) es que fuerza a los animales a decir mentiras acerca de ellos mismos antes de morir. Al quitarles la libertad de expresión, los está forzando a eliminar cualquier respeto público que quizás pudieran haber tenido. En este acto, podrías decir que él, metafóricamente, desgarra sus gargantas. Un segundo después, esta violencia se recrea de nuevo de forma literal cuando los perros se precipitan a ellas.

Tanto Napoleón como Stalin fueron dictadores. Los dictadores, a menudo, cometen actos horriblemente violentos. Lo bizarro en Stalin, sin embargo, era el grado, el nivel, la naturaleza de las purgas. Hasta para un dictador, este nivel de violencia era innecesario. Esto parecía ser alimentado por su feroz paranoia (su miedo de que todo el mundo quería matarlo) y quizá también por un simple amor a la violencia misma. Orwell busca hacer evidentes estas características de Stalin en Rebelión en la Granja, y Napoleón termina siendo un cerdo bien loco.

¿Dinero o poder? ¡Elijo los dos!

¿Qué motiva a Napoleón? Tan pronto como llega al poder, queda claro que tiene poco interés en la profecía del viejo Mayor. A Napoleón no le importa mucho si los animales son iguales o si controlan los medios de producción, pero entonces ¿qué lo mantiene vivo? No es tan difícil ver lo que motiva a Napoleón: al cerdo le fascina el poder, lo ataca un caso de codicia simple y silvestre.

Casi tan rápido como Napoleón y Snowball miden sus fuerzas, Napoleón roba leche que luego los animales descubren que los cerdos han estado bebiéndose. Un poco después, los cerdos comienzan a dormir en las camas de los humanos y poco después, se beben el whisky en las fiestas. Al final de la novela, Napoleón y Squealer se visten como humanos y andan en dos patas.

Para asegurarse de que los animales no puedan hacer demasiado, Napoleón cambia continuamente los mandamientos para que digan lo que él quiere que digan. Squealer explica que los mandamientos nunca dijeron que no podían dormir en las camas, sino que no se podía dormir en camas con sábanas. De igual modo, los mandamientos que prohibían el alcohol terminan prohibiendo el consumo en exceso de alcohol. A fin de cuentas, Napoleón se olvida del gran sueño social que comenzó la idea de la Rebelión inicialmente. Les dice a los demás animales que “La verdadera felicidad […], consistía en trabajar mucho y vivir frugalmente” (10.4). En otras palabras, Napoleón tomó la idea de vida próspera para sí mismo y a los demás los dejó por su cuenta.

Claro, Napoleón es, evidentemente, una mímesis de Stalin, quien vivió una vida dispendiosa al mismo tiempo que la hambruna campaba en el interior de Rusia. Queda claro que Napoleón se burla de las ideas del viejo Mayor de la misma forma en que Stalin se burla de las ideas de Karl Marx. El “estado de los trabajadores” que existió bajo el régimen de Stalin, era más bien una parodia horrible y oscura de lo que Marx pensó que sería un estado comunista. De hecho, se parecía mucho al fascismo, que en teoría es opuesto al comunismo.

Comunismo, Napoleón Bonaparte y Napoleón el Cerdo

El nombre de Napoleón es significante cuando consideramos el mensaje que debemos obtener del cerdo Napoleón. Su nombre, obviamente, viene de Napoleón I, quien luchó en la Revolución Francesa (1789 – 1799), pero luego se enquistó en el poder y dejó al Imperio Francés en un estado que, de muchas maneras, se parecía a la monarquía que acababan de derrocar.

Cuando Karl Marx escribía El Manifiesto Comunista (1848), estaba muy inspirado por las ideas que dieron pie a la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Estos principios le ayudaron, sin duda, a formar su idea del estado utópico que imaginó como el fin de la historia. Hasta los días presentes, se discute si Marx pudo o no estar en lo correcto si sus teorías se hubiesen aplicado adecuadamente.

Lo que Orwell parece estar diciendo con el cerdo Napoleón es esto: “Hey Marx, ¿no te diste cuenta de que la Revolución Francesa se acabó?” En otras palabras, al parecer, Orwell argumenta que los pensadores idealistas pueden imaginar utopías, pero siempre habrá cerdos que implementen esos sueños para el beneficio propio. En 1799, su nombre fue Napoleón. En 1922, su nombre fue Stalin.