Un lunar en el sol
Un lunar en el sol
En pocas palabras
Un lunar en el sol, escrita por Lorraine Hansberry y llevada al teatro en 1959, marcó un punto de inflexión en el teatro estadounidense. A simple vista, podemos decir que la obra no estaba destinada al éxito: con tan solo un blanco en el elenco, un director sin experiencia y una dramaturga desconocida, a Hansberry le costó conseguir quien la financiara, más en una época en la que los teatros eran frecuentados casi exclusivamente por blancos. Así y todo, el éxito de la obra no se hizo esperar, y luego de varias giras llegó a Broadway, convirtiéndose en la primera obra de este distrito escrita por una mujer negra.
Lo impactante del texto de Hansberry no es solo la precisión con la que la autora captura la dinámica racial de su época, sino también lo visionario de su descripción en cuanto hacia dónde se dirigiría la cultura negra en los años ulteriores. El tiempo y espacio de la obra abarcan un periodo clave para las relaciones raciales en Estados Unidos: el que va desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1959. En la Guerra, los estadounidenses luchaban a favor de la igualdad de condiciones para todos… Lo cual pone de manifiesto la hipocresía de las condiciones extremadamente desiguales en las que vivían los negros en el país. Cuando Hansberry escribió la obra, Estados Unidos apenas empezaba a tomar medidas respecto de esta desigualdad, y la autora logró capturar de forma magnífica el ambiente de su época a través de una sola familia.
Los sueños cumplidos y sin cumplir de la familia Younger reflejan la situación de los negros en el país, a quienes se les concedía ciertos beneficios pero se seguía oprimiendo en otros aspectos. Sin embargo, personajes como Beneatha están adelantadísimos para su época: cabe recordar que la obra se estrenó en 1959, es decir, antes de que las mujeres feministas reclamaran sus derechos y de que los negros empezaran a valorar a África como parte de su identidad. Beneatha personifica los dos movimientos antes de que se dieran en la vida real.
Y para cerrar: Un lunar en el sol forma parte de un movimiento más grande en el arte de los negros en el que se representa a los negros de clase baja, comunes y corrientes. Antes de ello, los intelectuales negros no recurrían a la literatura, al arte ni al teatro para describir a esta clase por miedo a perpetuar estereotipos poco felices. Pero el poeta Langston Hughes y Lorraine Hansberry consideraban que la idea era absurda, pues, por el contrario, pensaban que escribir acerca de esta clase rompería los estereotipos. Más aun, al centrar su obra en los sueños y aspiraciones de una familia negra de clase baja, Hansberry logró demostrarle al público lo universal de las aspiraciones de los negros, así como el enorme obstáculo que representaba su raza para alcanzar sus metas.
¿Y a mí qué?
536 ejemplos de primera persona del singular
93 ejemplos de tercera persona del plural
157 ejemplos de primera persona del plural
794 ejemplos de segunda persona del singular y del plural
14 ejemplos de sueños
No teman, Shmoopers: no vamos a hablar de matemáticas. Ni tampoco los haremos participar en una avivada competencia de crucigramas. Lo que vamos a hacer es convertirlos en detectives. Vengan, pasen al altillo de Un lunar en el sol, donde se guarda, se envuelve y se clasifica cada una de las palabras que aparecen en la obra original. Así es, amigos: hemos computado todas y cada una de las palabras del texto en inglés de Un lunar en el sol, y lo que leen arriba es una lista de las más importantes.
¿Que por qué nos tomamos semejante trabajo? Pues bien, sabemos que la obra se trata sobre los sueños, sueños que quedan por la mitad o que son imposibles de cumplir a causa de la sociedad. Sabemos que la obra trata de la lucha por hacer realidad los sueños. Y ésta nos parece una razón bastante contundente para darle importancia a la obra. Al fin y al cabo, los humanos somos expertos en soñar. Pero queremos saber qué es exactamente lo que la obra nos quiere decir acerca del arte de soñar. Así que echémosle un vistazo.
Lo primero que notamos al hacer el cómputo es que las palabras "sueño" y "sueños" ("dream" y "dreams") aparecen muy pocas veces: 14 nada más. Este número nos hace dudar de nuestro espíritu detective… ¿No era que los sueños eran la estrella del show? Pareciera que hay otros elementos (y palabras) metidos entre medio.
Luego notamos la frecuencia de la palabra "yo" ("I") y los verbos conjugados en esta persona: son 536 en total. Y tiene lógica, pues no hay sueño sin "yo". Pero el equipo formado por "yo" y sus verbos se queda cortísimo en comparación con el de las segundas personas "tú" y "ustedes" ("you") y los verbos que siguen su conjugación, que son 794. ¡Urra! La segunda persona del singular y del plural se lleva la medalla de oro en frecuencia. La primera y la tercera persona del plural, "nosotros/as" y "ellos/as" ("we" y "they") y sus respectivos verbos también aparecen mucho, pero no le llegan ni a los talones al grupete de los "yo" y "tú/ustedes". Así pues, deducimos que las decisiones personales han de ser importantísimas en lo que a los sueños respecta.
Entonces, ¿qué nos dicen todos estos cómputos? Pues que las decisiones personales pueden llevar a cumplir o destruir los sueños. En Un lunar en el sol Walter destruye el sueño familiar al perder su dinero, pero luego lo reaviva al plantarse frente a Karl y decidir que la familia se quedará en el nuevo barrio. Así que soñar es un arte complicado y frustrante, pero puede llevarnos a victorias formidables. Si lo que nos hace falta es una lección sobre los sueños y sobre atreverse a soñar, esta obra nos ofrece una genial parada en el viaje literario.
Frase Clave
MAMA: […] El Gran Walter solía decir que muchas veces cuando los ojos se le llenaban de lágrimas, echaba la cabeza hacia atrás con las lágrimas todavía en sus ojos y decía, "Parece que Dios no consideró necesario darle al hombre negro nada más que sueños - pero si nos dio hijos para hacer que esos sueños valieran más la pena".