Las uvas de la ira

Las uvas de la ira

En pocas palabras

Las uvas de la ira tiene casi garantizado un acceso vip a todas las listas del mundo de "Los mejores cien libros de todos los tiempos". Es muy importante. Ganó el premio Pulitzer en 1940 y ayudó a John Steinbeck a obtener el premio Nobel en 1962 —le dieron el premio Nobel a Steinbeck por, entre otras cosas, su "aguda percepción social".

No es posible tener una percepción social más aguda que la exhibida en Las uvas de la ira. Esta comprensión de los males de la sociedad es filosa y corta como navaja.

Mucho de esto se debe a que esta novela es brutalmente honesta.

Durante el Dust Bowl (literalmente, "Tazón de Polvo"), cuando decenas de miles de estadounidenses migraron a California en busca de una vida mejor, Steinbeck estaba escribiendo una serie de siete artículos acerca de comunidades de trabajadores migrantes para el San Francisco Chronicle. Pasó muchísimo tiempo conociendo a estas familias, que vivían en campamentos de trabajadores migrantes en pueblos como Bakersfield y Visalia. La congoja y el sufrimiento del cual fue testigo lo enfurecieron y disgustaron, y canalizó esa furia mientras escribía Las uvas de la ira.

Publicada en 1939, Las uvas de la ira retrata de forma vívida la vida durante la Gran Depresión y el Dust Bowl en Estados Unidos, mientras acompaña a una familia de granjeros arrendatarios de Oklahoma que viajan hacia el oeste. Explora la fortaleza y la bondad del espíritu humano frente a circunstancias espantosas y realmente deprimentes.

Cuando se publicó por primera vez, los estadounidenses tuvieron una relación amor/odio con esta novela. Algunas personas aplaudieron a Steinbeck por capturar de manera tan honesta las vidas de los granjeros migrantes durante la Depresión. Otros (tontos) lo acusaron de ser socialista y defensor de creencias comunistas (es decir, por querer compartir la riqueza). Los granjeros californianos aborrecieron la desagradable representación de, bueno, los granjeros californianos. En resumen, esta novela causó un pequeño frenesí en Estados Unidos.

Eleanor Roosevelt tomó nota y, como resultado, convocó audiencias en el Congreso para tratar las condiciones de los campamentos de los trabajadores migrantes. Se modificaron leyes laborales.

Las uvas de la ira se ha prohibido, quemado y comprado una y otra vez. Y es por eso que la amamos. Por eso sigue vigente. Tocó una fibra. Molestó profundamente a la gente. Literalmente, cambió la fisonomía del trabajo en Estados Unidos.

Aún se hace referencia a la novela en películas, música, arte y televisión. Se hicieron alusiones a este cuento épico en South Park y The Simpsons. Los Joad son una familia ficticia y, aun así, ellos (y lo que representan) forman parte de la historia estadounidense.

Si por algo deberíamos leer Las uvas de la ira es porque nos convierte en testigos privilegiados de unos de los capítulos más oscuros de la historia estadounidense. El autor T. C. Boyle lo resume de manera hermosa cuando afirma que puedes leer (acerca de las vidas de los trabajadores migrantes) en tu libro de texto, pero si lees la versión de Steinbeck, lo vives y lo respiras.

¿Y a mí qué?

Cuando una novela increíblemente deprimente acerca de la desesperada situación de los granjeros migrantes se convierte en un arrollador éxito de ventas, sabes que se están tocando algunas fibras.

Básicamente, este libro es la versión ficticia del tipo de documentales que hacen Al Gore o Michael Moore, gente que expone su visión acerca de diversas situaciones problemáticas para que todo el mundo hable sobre ellas. ¿Y qué es lo más sorprendente? Que las mismas cuestiones que avivaron ese fuego siguen ardiendo a día de hoy.

¿Quieres comparar la Gran Depresión de la década de 1930 con el horrible colapso financiero de 2008? Anímate y observa cómo eran las cosas en aquellos tiempos. ¿Tienes curiosidad por saber de qué se trata todo eso de la disparidad de ingresos? En ese caso, aquí tienes un ejemplo en menor escala: la diferencia entre los labradores de Oklahoma y los propietarios de granjas corporativas de California.

¿Te preguntas cómo son esos trabajos que hoy en día realizan mayormente inmigrantes indocumentados? Puedes echar un vistazo a un ejemplo bastante cercano en estas mismas páginas. ¿Te gustaría saber más acerca de la diferencia entre un modelo de gobierno más pequeño que impone menos restricciones al capitalismo, en comparación con un modelo en el que los programas de gobierno y los sindicatos crean barreras en el libre mercado? Está todo sucintamente explicado en esta novela.

Lógicamente, Las uvas de la ira contiene sus propios prejuicios y supuestos. Por ejemplo, está escrita desde el punto de vista de alguien que piensa que un sistema capitalista de libre mercado sin ninguna restricción causaría más mal que bien.

Todo esto convierte a esta novela en un buen recordatorio de que debemos tomar con pinzas cualquier noticia o fuente de información, y tratar de entender el enfoque que pretende expresar.

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